Santiago es el dueño de la carnicería oficial del barrio “La Señora Juanita”, en honor a su madre fallecida un poco antes de inaugurar el local. Santiago alias el Chago, por obviedad geográfica, es uno de los fundadores de “Los Búfalos Mojados”, algo así como una agrupación de los cesantes y jubilados que se juntan tan solo por 3 motivos: Para jugar a la pelota en la cancha del barrio, para hacer “pololitos” y salvarse en la semana y, por ultimo, para hacer asados a todo dar, en los cuales el Chago termina pagando casi-todo.
Un día a la carnicería llega un joven taciturno, alto, flaco de ropas de colores no llamativos, más bien apagados. Se acerca al mostrador y pide medio kilo de pana de pollo y se retira sin revisar su vuelto. Después venia casi todas las semanas en busca de su medio kilo de pana de pollo, luego 3 veces a la semana y siempre con la excusa de: “Si es para la once, para hacernos unos bistocos con mi vieja” o la otra que también repetía mucho era: “No si es para hacernos una pulenta cazuela con mi vieja”. Con el tiempo, y entre broma y broma entre los integrantes de “Los Búfalos Mojados” el apodo ya estaba puesto “El Panita”, y sin darse cuenta, el ya respondía a aquel nuevo nombre. Rumores, mitos y leyendas surgían entorno a la mística figura de “El Panita”, algunos susurraban en los almacenes y bazares: Que era por una enfermedad que le impedía comer otras carnes, otras rezaban como: “El Pertenece a una secta satánica”, pero la más acertada, la más aceptada por “Los Búfalos Mojados” era la que: No le alcanzaba la plata para comprar otras carnes y entonces adoptaba la opción de comprar pana de pollo.
Un día de invierno, casi julio, la garuga se abrazaba con la tierra y hacían nacer el incipiente e imponente barro, pues aun no pavimentaban. En aquel día, el Chago había abierto más temprano y el primero en aparecer fue “El Panita”, quien desafiando la timidez pregunto al Chago: Don Chago ¿Le puedo traer unas cositas para pesarlas en su romana? Y el Chago no pudo negarse algo así al único cliente que no le pide fiado; y antes de retirarse del local “El Panita” le dice: ¿Es Electrónica? ¿Cierto?, y el Chago le responde afirmativamente, y aun impactado por las nuevas palabras y el favor más allá de: Me da un cuarto de pana de pollo. Al día siguiente aparece puntualmente a las 10 de la mañana aparece por el horizonte “El Panita”, con un bolso de viajero que por el peso hacia que este se inclinase de manera pronunciada; entonces el Chago con el Loco Llao (cuyo nombre es Jaime, pero le dicen así por su forma de tirar el diario). Antes de que llegara “El panita” ya bromeaban sobre lo que traería su gran bolso: un muerto, plata, armas, ropa, etc… Entre jadeo y jadeo “El Panita” le dice: Aquí traigo las cositas, Don Chago.
Ya su bolso plantado en el piso comenzó a sacar unos piquetitos que traía el bolso, mientras que el Chago prendía la maquina, cuando con el Loco Llao comienzan a ver estupefactos: triángulos, rectángulos, ladrillos, cubos, círculos y las más variadas formas geométricas de paquetes, todas rellenadas con marihuana, pues el olor pestilente le delataba su característica de prensada. Ya cuando “El Panita” comenzaba a marcar el peso del tercer cubo, el Chago comienza a reaccionar y le dijo con voz de sorpresa y rabia: Ya weón marcaté todos los cubos no más, yo voy a cerrar la cortina para que no nos sapeén a los ratis que nadan terrible aguja; pero después ¡Salí de aquí weón! Y no te quiero ver más por aquí, nunca más ¿Me escuchaste weón? ¿Me escuchaste? Así, tal como le dijo el Chago, “El Panita” marco su ultimo paquete (uno con forma y porte de salame grueso), tomo su bolso dio las gracias y se, retiro tan taciturno como entro la primera vez al local, y hacia las calles partió y no volvió más, jamás se le vio por el barrio.
A las tres semanas apareció en el Puente Alto al día… como: “Joven aparece degollado en potrero, presume ataque de celos”